El amor sincero de una madre

Si hay un amor que podamos llamar verdadero es el amor sincero de una madre, un amor que a su vez es eterno e infinito. En realidad, ser madre implica seguir los pasos de unos pequeños maestros, los hijos, hasta que se hacen grandes. Con solo existir y sin saberlo los hijos les enseñan a amar de manera incondicional.

Ser madre significa nunca más estar sola en el pensamiento, pues una madre siempre piensa doble: por sus hijos y por ella. Una madre se siente tremendamente afortunada porque sabe que sus hijos son el mayor tesoro que podría tener.

La maternidad no significa sonreír siempre, sino también llorar a mares. Requiere muchas noches de insomnio fundiendo a la almohada en un asfixiante abrazo. Significa un sinfín de preocupaciones; horas de correr tras sus hijos; días, meses y años inventando cientos de maneras para camuflar las verduras y el pescado; aguantar peleas y tolerar con toda la paciencia del mundo la infinidad de sinsentidos que tiene la vida. 

Lo que una madre hace por sus hijos

A una madre le duele más que a nadie decir NO a sus hijos, retarles, medir sus fuerzas, verles caer, abandonar sus sueños o desaprovechar sus capacidades… Pero conoce la importancia de los límites y pretende que sus hijos los aprendan.

Una madre no puede vivir por sus hijos pero sí procura compartir lo máximo con ellos. Por eso, una madre intenta cada día coser unas alas enormes y ligeras que permitan a sus hijos volar muy muy alto.

Ser madre significa…

Convertirse en madre significa:

  • Equivocarse mucho pero querer tener razón. Significa tomar decisiones angustiosas cuando ni siquiera sabes cuál es la decisión correcta. Ser madre significa que estás atada y atada al bienestar de otra alma hasta que exhalas tu último aliento.
  • Confiar en ti para saber cómo hacer cosas que tal vez no sepas hacer, cómo hacer cosas de las que quizás nunca hayas oído hablar.
  • Que el pánico, la preocupación y el estrés te resquebrajarán. También significa que volverás a ser feliz con dulces sonrisas, suaves manos pequeñas y los abrazos más cálidos.
  • Ensuciarse, ser puesto a prueba y, sobre todo, darse cuenta de que el amor por un hijo puede expandirse por encima de cualquier tipo de obstáculo.
  • Enseñarle a tu hijo reglas y roles importantes para la vida, desde ser un ser humano empático hasta aprender a ser responsable de sus acciones.
Ser madre significa tener una razón de ser para el resto de tu vida...